Estos son los nombres de Confluencia para un Futuro Radical Juventud, Alejandra Ferrero Candidata a Presidente del Comite Provincia y Jaime Juaneda Candidato a Presidente de la Capital.
116 AÑOS LUCHANDO POR LA IGUALDAD, LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA.
JUVENTUD RADICAL
"La juventud ya no pide, Exige"
RAMON JAVIER MESTRE
No cargas con una herencia, llevas el peso de la historia de un grande.
Nacio el 2 de julio de 1972. Es abogado, fue presidente del Comité Capital de la Unión Cívica Radical, periodo 2006-2008, elegido con más del 50% de los votos. Estudio en la Universidad Nacional de Córdoba y continuo su formación profesional en diversas áreas del Derecho. Entre ellas, se especializo en Derecho de la Regulación de los Servicios Públicos, con la convicción de que la política no sólo necesita hombres honestos, sino también funcionarios capaces y probos.
RAMON BAUTISTA MESTRE
OBRAS, NO PALABRAS...
DISCURSO POR EL ANIVERSARIO DEL DR RAMON B. MESTRE, CBA. AGOSTO 2006.
Cuando yo empezaba a hacer mi camino, el se iba despidiendo del suyo, y hoy, me encuentro aquí, entre todos ustedes, hablándoles de este Hombre, un grande para muchos, un verdadero representante de quienes lo votaron y aún de quienes no lo hicieron, porque supo gobernar para el pueblo, interpretando las necesidades y concretando sus promesas. Fue el político que miró no solo al presente, sino también al futuro, que no se limitó a solucionar situaciones coyunturales, como parecen hacerlo quienes hoy dicen que nos representan, sino que vio más allá y apostó al tiempo por venir, realizando obras en todos los ámbitos, para todos los sectores, sin distinción partidaria... Un día cualquiera, igual a tantos otros, alguien me trajo a esta Casa Radical, había un acto, se descubría un busto, era un homenaje al Dr. Ramon Bautista Mestre y todo lo que se dijo me conmovió profundamente y a partir de ese momento mi vida ya no fue la misma. En una época en que la desidia y la indiferencia se han adueñado un poco de todos, conocer la vida y el quehacer de este hombre, encendió en mí, la llama que me llevó a ingresar y a participar activamente en la Juventud Radical. Sé que aún soy muy joven, que tengo mucho que aprender, pero ¿ qué mejor ejemplo que intentar seguir el camino que el Dr. nos marcó? Fue un político de ley, fiel a sus ideas a las que no claudicó ni aún en los peores momentos, un ser incansable que buscó siempre la vía del saber, para encontrar soluciones, un ojo avizor al que nada se le escapaba, su compromiso se imponía desde el momento que daba su palabra, un estadista y una voluntad permanente en pos de brindar al pueblo una vida mejor y por ende más digna. Hasta aquellos que no militan en sus filas, reconocieron y reconocen que fue una persona honesta, un hombre de códigos, respetuoso y un gran ser humano. Sé que para operar cambios en esta sociedad, nos hace falta tiempo, pero para eso estamos nosotros, los jóvenes, con un objetivo claro y un ejemplo a seguir. Dr. Ramón Bautista Mestre nosotros mantendremos sus obras, las incrementaremos y estaremos desde el puesto que nos toque ocupar, al servicio de los demás, como Ud. siempre lo hizo. Jaime G. Juaneda.
HIPOLITO YRIGOYEN
"Nuestra misión no es la ocupación de los gobiernos, sino la reparación cardinal del origen y sistema de ellos como el único medio para restablecer la moralidad política, las instituciones de la Republica y el bienestar general"
TESTAMENTO POLITICO DEL DR. ALEM
He terminado mi carrera, he concluído mi misión…Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí! Que se rompa pero que no se doble. He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas -tal vez gastadas ya- , han sido incapaces para detener la montaña…y la montaña me aplastó…! He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir a un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado…y para vivir inútil, estéril y deprimido es preferible morir! Entrego decorosa y dignamente lo que me queda, mi última sangre, el resto de mi vida! Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas, y los propósitos de mi acción y de mi lucha -en general- , en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto será una desgracia que yo no podré ya sentir ni remediar. Ahí está mi labor y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo que me dicta estas palabras ni es debilidad en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado mucho, en un solemne recogimiento. Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente. En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción, en bien de la patria. Esta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie; yo mismo he dado el primer impulso, y sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. ¡Adelante los que quedan! ¡Ah! Cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores…¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla!.
LEANDRO N. ALEM
Arturo Illia
Illia hizo de la austeridad un estilo de vida. Aunque no sea una obligación vivir de ese modo. Esta actitud cobra mayor valor cuando se la contrasta con otros dirigentes. Arturo Umberto Illia murió cuando la sociedad marchaba a paso rápido hacia la reconquista de la democracia y su partido, la Unión Cívica Radical, subía de a dos los escalones para volver a la Casa Rosada. El entusiasmo general por la nueva etapa le dio un marco especial a las exequias del ex presidente, en enero de 1983. Si durante años Illia provocó más indiferencia que pasiones, en aquel momento concitó la atención, el respeto y la consideración de toda la sociedad. Muchos lo consideran un arquetipo de la democracia, a pesar de haber sido presidente bajo la proscripción del peronismo. Del mismo modo se le reconocieron virtudes como gobernante que muchas veces le habían sido negadas, más al influjo de imágenes que de datos fundados. Illia era bonaerense por nacimiento (Pergamino, 4 de agosto de 1900) pero en la provincia de Córdoba desarrolló su profesión de médico desde que siendo muy joven se radicó en Cruz del Eje, y ganó trascendencia por su actividad política. En una etapa de oro del radicalismo cordobés fue vicegobernador de Santiago del Castillo (1939-1943); luego fue diputado nacional y candidato a gobernador en 1952, derrotado por el peronismo. En 1962 se tomó un desquite parcial cuando volvió a postularse a la Gobernación y le ganó al PJ que, formalmente proscripto, se había nucleado como Partido Laborista; pero las elecciones fueron anuladas por la presión militar a raíz del triunfo peronista en casi todo el país, por lo que Illia no pudo asumir. Un año después, en 1963, la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), el tronco mayoritario del viejo partido que estaba dividido, proclamó a Illia candidato a presidente. Lo secundó como vice Carlos Perette, el hombre fuerte de Entre Ríos. El peronismo estaba proscripto. Desde su exilio español, Juan Domingo Perón ordenó a sus seguidores el voto en blanco. En una elección atípica, la UCRP ganó con menos del 25 por ciento de los votos. El 12 de octubre de 1963, Illia inició un gobierno que nunca dejó de ser débil, por el escaso apoyo que recibió en las urnas y por la inaceptable marginación de la fuerza mayoritaria. El poder del radicalismo fue acotado, además, por las luchas político-sociales, la movilización sindical con toma de fábricas en todo el país, la agitación estudiantil por mayor presupuesto universitario y la amenazante omnipresencia militar. El Gobierno nunca explicó fehacientemente por qué en diciembre de 1964 impidió el retorno de Perón, cuando éste había embarcado y su avión hacía escala en Río de Janeiro. Pero esta cuestión debe ser contrastada con otras. En las elecciones legislativas de 1965 el peronismo, bajo el nombre de Unión Popular, compitió con suficiente libertad, tanto como que ganó en la mayor parte del país. El movimiento de Perón amplió su presencia en el Congreso de la Nación y los parlamentos provinciales. Estaba en marcha el proceso que debía desembocar en la normalización definitiva. Además, al gobernante que algunos medios graficaron con la figura de una tortuga no le iba tan mal: aumentó el presupuesto educativo, bajó la deuda externa y la desocupación y luego de una preocupación inicial, tenía la inflación bajo control. Reconocimiento. Nada justificaba la ruptura institucional. Pero las exigencias de la agitada sociedad de los ‘60, el temor del gorilismo al inevitable retorno del peronismo y las actitudes mesiánicas de una parte de las Fuerzas Armadas, llevaron al golpe del 28 de junio de 1966. De la democracia imperfecta que iba camino a una normalidad completa, se pasó a una dictadura de casi siete años. La figura de Illia fue reivindicada con el tiempo, quizá favorecida por tantos desatinos que cometieron después otros gobernantes civiles y militares. Illia hizo de la austeridad un estilo de vida. Aunque no sea una obligación vivir de ese modo, su actitud cobra más valor cuando se la contrasta con la de tantos dirigentes enriquecidos en la función pública. Pocos años antes de morir, vivió un tiempo en el sanatorio de la familia Conde, en Villa Carlos Paz. Caminaba entre médicos y pacientes como si estuviera en su casa. Lo estaba. Algo alcanzó a entrever el hombre de la Argentina que sucedería a la república de las botas. En 1982, luego de la guerra de Malvinas, el entonces ascendente Raúl Alfonsín propuso formar un gobierno de transición, con Illia como presidente. No fue casual: se le reconocían al viejo político los valores que la sociedad procuraba reencontrar. Moldeado en el autónomo radicalismo cordobés, Illia avaló ese año la formación de la Línea Córdoba, donde canalizaban sus ambiciones Eduardo Angeloz y Víctor Martínez; igualmente, le hizo un guiño a la candidatura presidencial de Raúl Alfonsín (“me parece perfecta”, dijo, cuando otros argumentaban que era prematura). No alcanzó a ver el triunfo nacional de su partido, en octubre del ‘83. Pero su figura ayudó desde el respeto y las circunstancias que sirvieron de publicidad a sus candidatos. Murió el 18 de enero en el Hospital Privado de Córdoba, a los 82 años. Su velatorio en la Casa Radical y el paso del cortejo rumbo al aeropuerto para el traslado del féretro a Buenos Aires, se convirtieron en actos de campaña del radicalismo. Lo mismo ocurrió en la Capital Federal, donde una multitud lo acompañó desde la sede del Comité Nacional al Congreso. “Volveremos, volveremos / volveremos otra vez / volveremos a ser gobierno / como en el ‘63”, cantaban los radicales por las calles porteñas, antes del sepelio en La Recoleta. Como en un último esfuerzo militante, Illia servía a su partido aun después de muerto.
PARA PENSAR Y REFLEXIONAR
"Los dolores que nos quedan, son las libertades que nos faltan"
"Las batallas que se pierden, son las batallas que se abandonan"
"La politica es un sentimiento, que se emplea con desición y conducta"
"Doctrina, para que nos entiendan, conducta para que nos crean"