
A lo largo de toda su trayectoria, como político y como estadista, Ramón Mestre nunca se desvió del camino que le marcaba su profunda fe en la democracia. Una suprema convicción a la que puso de manifiesto no sólo en las ocasiones en que debió asumir responsabilidades y obligaciones de Estado sino también -y esto le otorga un mérito mayor- cada vez que debió caminar por los complicados senderos de la actividad política. A esa profunda fe en la democracia él la elevó, de un modo excluyente, a la categoría de compromiso de vida. Esa razón constituye parte esencial del valioso legado que deja a sus seguidores y a su partido junto con su ejemplo de hombre de bien, de gobernante capaz y de dirigente sincero y honesto. Cualidades que hoy, por estar casi agotadas, se cotizan muy alto en el desabastecido mercado que regula la profesión de los políticos auténticos. Esos dirigentes, precisamente, que el país necesita con suma urgencia en esta hora especial que vive la República. Esta es la trayectoria de vida de este hombre que supo ganarse un sitial de honor dentro de la historia contemporánea de los cordobeses.